Durante mis viajes por el mundo suelo llevar diarios con el propósito no sólo de escribir lo que experimento y conozco, sino también para controlar el dinero del que dispongo. Estos pequeños textos son “apuntes” que, aunados a las imágenes recogidas, me permiten, al consultarlos, desencadenar mis recuerdos y, a partir de esto, crear crónicas más vívidas con las anécdotas a flor de piel. En el trayecto me he topado con otros viajeros, quienes me enriquecieron con sus relatos y fotografías.

martes, 24 de diciembre de 2013

"Instantes del mundo": Jerusalén ("Ruta de escape: México" de José Antonio Ruiz Piña).

Con anterioridad, mi amigo José Antonio Ruiz Piña generosamente editó y post-produjo tres cápsulas sobre Marruecos. Esta mañana me sorprendió con la noticia de que había terminado una cuarta: en esta ocasión sobre Jerusalén.

Al disfrutar de ella, no pude sino evocar las experiencias vividas —no todas agradables, pero sí provechosas— en Israel hace más de cinco años.

Recuerdo que me transporté del aeropuerto David Ben-Gurión de Tel-Aviv —el único del país por razones de seguridad— hasta Jerusalén. Era un día lluvioso. A las afueras de la ciudad, había ocurrido un accidente automovilístico terrible: una camioneta se volteó, quedando con las llantas para arriba.

Las señales no eran halagüeñas. Fue una estancia difícil, quizá la más complicada que he experimentado como viajero. Sin embargo, el tiempo, ese cicatrizante de heridas y manipulador de recuerdos, me ha permitido recordar simultáneamente con nostalgia y alegría a aquel hombre que solía ser en el año de 2008.

Nunca olvidaré, por ejemplo que, en un carro de golf, rumbo al Mar Muerto se zafó de mi muñeca el reloj y se rompió, y que antes de eso presencié absorto el espectáculo de un arcoíris —uno de mis momentos más espirituales como ser humano—; las ambulancias del hospital contiguo al hotel que por la madrugada me hacían pensar en una atentado terrorista; la tajante negativa de un soldado israelí a mi petición de fotografiarlo; las quejas amargas de un taxista palestino-sudafricano; el uso de la red en un cibercafé del barrio árabe... y tantas anécdotas que pronto contaré.


La asimilación de caminar y conocer lugares santos, llenos de peregrinos de diversas creencias, que a mí me importaban más por cuestiones histórico-literarias que por religión. Un sitio plagado de conflictos inverosímiles cuyas piedras son sólo eso: piedras revestidas de Historia.