Hace
cinco años comencé a recorrer el mundo, gracias a un viaje al Medio Oriente,
que me llevó a Grecia, Turquía, Israel y Egipto.
Considero
que no dispongo de un mejor modo de conmemorar este suceso que me trascendió, que
con una entrada como la que publicaré.
Desde
que viaje por primera vez, en lo que considero mi “segunda etapa” —pues la
primera la realicé durante mi infancia y adolescencia, preferentemente por el
interior de mi país y los Estados Unidos de América—, porté conmigo un par de
cámaras pequeñas, con el propósito de documentar la experiencia: una
fotográfica que mi madre me obsequió algunos días antes de que me marchara, así
como una de vídeo, de marca Panasonic,
que pertenece a mi amigo, José Antonio Ruiz Piña —de quien por cierto en esta
misma bitácora ofrecí hace algunos meses una serie fotográfica sobre el sitio
arqueológico de Tulum—,
y que me prestó amablemente.
En
el decurso, esto, como tantos otros “rituales viajeros”, devinieron en
costumbre, y ambas cámaras me acompañaron en los siguientes periplos en que me
embarqué.
En
algún momento del pasado, José Antonio y yo concebimos la idea de realizar “algo”
—la ambigüedad de la palabra es adecuada en demasía, pues evidenciaba nuestra inacción—
con el material videográfico que acumulaba.
Actualmente
atesoro cerca de treinta cintas en formato MiniDV, que esperan transmitir lo que
documentaron.
Gentilmente,
“Toño” realizó algunas copias a DVD de aquel primer encuentro con otras
culturas del planeta, con las que me obsequió y me emocionaron mucho, al grado
de propiciar que retomáramos aquella primera conversación. Sin embargo, los
planes se diluyeron con el tiempo, pues aún no era el momento adecuado.
A
mi regreso de Marruecos, hace menos de un mes, donde grabé únicamente dos
cintas —el menor número que he registrado de un viaje—, José Antonio me conminó
nuevamente a que se las facilitara.
Yo
supuse que me haría una copia. Pero, me sorprendió con la noticia de que
editaría “algo” —esta vez el tono de su voz era diferente. Y entonces ambos supimos
que, cinco años después, finalmente era el instante preciso de que aquellas divagaciones
se materializarán en un proyecto.
José
Antonio Ruiz Piña, una de las escasas personas que han sido constantes en el
lapso más reciente de mi existencia, y a quien yo, un ser humano carente de
amigos, otorgo sinceramente dicho apelativo, tan banalizado en estos tiempos de
redes sociales, recientemente creó un canal virtual multitemático en YouTube, bajo el título de Ruta de escape, México,
el cual recomiendo.
La
serie, Instantes del mundo, en esta
primera entrega, consta de tres vídeos, que
fueron post-producidos enteramente por él, y en cada uno de ellos se percibe el
goce generado a partir de una noble labor, casi artesanal, como la edición de
imagen que preferentemente es denigrada por desconocimiento e incomprensión.
Ojalá
este trabajo les transmita a ustedes una parte de lo que a nosotros nos
significó.
Saludos
afectuosos, llenos de gratitud.
Cápsula
1: Instantes del mundo. Mezquita Kutubía:
http://www.youtube.com/watch?v=9xJbxf1bYdU
Cápsula
2: Instantes del mundo. Esperanza: http://www.youtube.com/watch?v=-lDqaV103ak
Cápsula
3: Instantes del mundo. Fragmentos de
viaje: http://www.youtube.com/watch?v=ijEU-GHUGMs
¡Yeah! Que buena onda, gracias por compartir este material
ResponderEliminar—Por nada. Saludos cordiales.
EliminarFelicidades, están muy padres, saludos.
ResponderEliminar—Muchas gracias. Saludos.
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