Durante mis viajes por el mundo suelo llevar diarios con el propósito no sólo de escribir lo que experimento y conozco, sino también para controlar el dinero del que dispongo. Estos pequeños textos son “apuntes” que, aunados a las imágenes recogidas, me permiten, al consultarlos, desencadenar mis recuerdos y, a partir de esto, crear crónicas más vívidas con las anécdotas a flor de piel. En el trayecto me he topado con otros viajeros, quienes me enriquecieron con sus relatos y fotografías.

viernes, 28 de octubre de 2011

Roma, Italia. Viernes, 8 de abril de 2011.


Viernes, 8 de abril de 2011.
Venerdi, 8 aprile 2011.
Roma, Italia.

Gastos:
1 sándwich, 1 refresco y 1 pizza €7
1 corbata, 1 pañuelo y 2 mancuernillas €10
Tasa romana (Impuesto) €9
Entrada al Museo de la Academia €6, 50
3 playeras de Roma €12 (€4 c/u)
1 gorra de Roma €5
1 chamarra de Italia €10
5 llaveros €7, 50
Cena €5
_____
€72 = $1, 224
€101, 50 aproximadamente, $1, 725, 50

Hoy conocí Florencia, ciudad histórica para el desarrollo de la Humanidad.
Me formé en la fila para entrar a la Academia, y después de un rato, entré y admiré el David. No sé si haya sido toda la fama que dicha obra ha adquirido en el decurso, lo cierto es que su perfección —o imperfección: las manos desproporcionadamente grandes— conmueve.
Compré una corbata, un pañuelo y un par de mancuernillas en un puesto en la esquina del museo referido. Por cierto, uno de los vendedores es mexicano.
Por la tarde, bajo un sol esplendoroso, llegué a Roma, ciudad viva y caótica, y cumplí así uno de los sueños de mi vida.
Saldé una cuota de 9 euros en el hotel, cuando ni siquiera me había instalado. Hay que pagar 3 euros por cada día que uno permanezca aquí, debido a que la ciudad albergará el Jubileo en el 2025.
Conocí la Fuente de Trevi, así como la Plaza de España.
Me sorprendió sobremanera la cantidad de chinos que hay en las tiendas turísticas de esta zona, así como los vendedores no sé si bengalíes o hindúes que corren cuando advierten la presencia de la policía.
Mañana conoceré el Vaticano y las ruinas romanas.



Florencia, Italia. Jueves, 7 de abril de 2011.


Jueves, 7 de abril de 2011.
Giovedi, 7 aprile 2011.
Firenze, Italia.

Gastos:
€9 Pizza y refresco
€4, 50 Pizza calzone
€2 Viaje de ida y vuelta (Florencia)
_____
€15, 50 = $263, 50
Debo €3
Ya comencé a limitarme. Afortunadamente, se aceptó mi pago con la tarjeta de crédito, y las excursiones ya están pagadas: ¡250 euros!
Asimismo, comienzo a sentir nostalgia por un viaje que aún no acaba.
Me gustó Venecia. Sobre todo cuando me alejé de la bulliciosa zona turística. Comí pizza en un restaurante chino, sobre el cual planeo escribir una narración.

Hay numerosos inmigrantes africanos que cargan consigo bolsas, mochilas, maletas... llenas de mercancía —fayuca, como le diríamos nosotros. Los observé por un rato. Cuando ven que se acerca un grupo turístico, se abalanzan sobre ellos —como lo hacen en París: en la Plaza del Trocadero, en el Hospital de los Inválidos o en la Torre Eiffel—, o bien tienden los productos sobre el piso como en Madrid, en la Plaza del Sol, cerca de la estatua del Oso.

Por la tarde, luego de llegar a Florencia, salí a pasear. Desde el Puente viejo contemplé un anochecer espectacular, donde tomé algunas de mis fotografías favoritas. La policía multó a un par de brasileñas que se subieron al transporte público sin pagar pasaje. Hay que tener cuidado porque no sólo hay que adquirir el boleto sino activarlo.
Mi paciencia se desgasta ante ciertas actitudes y sujetos con los que comparto el autobús. Los mexicanos son los más abusivos e imprudentes.
Mañana conoceré el centro de la ciudad —si bien ya recorrí buena parte el día de hoy—, y después partiré a la capital italiana, Roma.
Aún no decido si entraré a la Academia para conocer el David de Miguel Ángel.
Ya falta poco para cerrar este capítulo.




Venecia, Italia. Miércoles, 6 de abril de 2011.


Miércoles, 6 de abril de 2011.
Mercoledi, 6 aprile 2011.
Venezia, Italia.

Gastos:
Góndola €12
Helado €1, 40
Emparedado €4, 20
Refresco €2, 00
Chocolate €1, 20
Boleto autobús €2, 40
Boleto Vaporetto €6, 50
_____
€29, 70 = $504, 90
Lo que tenía que ser un día sin gastos fuertes, se me fue de las manos. Sin embargo, valió la pena, pues navegué por los canales de Venecia. Fue una tarde vertiginosa, pero bien aprovechada.
Caminé y me extravié por las laberínticas calles de la parte antigua. Por la noche, finalmente llegué a la Plaza de San Marcos.
El hotel, ubicado en la parte moderna de la ciudad, es el peor en que me he hospedado en este continente: símbolo inequívoco de que estoy en Italia, un país turístico donde la infraestructura hotelera se ve sobrepasada por la demanda.

En los comercios de los puntos de descanso de las carreteras italianas, se da un  fenómeno particular sobremanera: hay que pagar antes lo que se consumirá.
Una vez que se tiene el recibo, el empleado entrega el producto. Esto, aparentemente sin importancia, es muy molesto para alguien que proviene de una cultura que “no sabe lo que quiere”. Por ejemplo, los mexicanos estamos acostumbrados a comprar textualmente “lo que se nos antoja en el momento”. Ante tal “imposición” —que si se piensa bien, no es tal—, uno se desespera y hace rabietas: “¿Cómo diablos voy a saber qué es lo que quiero!”
Algo ocurrió en mí tan pronto como crucé la frontera entre Austria e Italia: sentí que estaba en un lugar más cercano a mi ser, y la cultura en la que crecí y me desarrollé. Acaso haya sido el clima, acaso el idioma, acaso el paisaje. Lo cierto es que la sangre latina que fluye por mis venas sintió que había vuelto a un lugar donde jamás había estado. Experimenté, pues, alivio.
Tengo €200 = $3, 400


Viena, Austria. Martes, 5 de abril de 2011.




Martes, 5 de abril de 2011.
Dienstag 5. April 2011
Wien, Österreich.

He vuelto a caminar una ciudad, y esto me llena de satisfacción. Recuperé mi confianza, después de que Berlín y su gente me la arrancaran. Simplemente necesitaba una ciudad que no prestara atención a mis caminatas.
Llovía, salía el sol, volvía a llover... Sin embargo, aguanté estoico con mis dos cámaras —la de vídeo y la fotográfica—, y mi mochila. Sorprende la exactitud con que los vieneses pronostican el tiempo. En el elevador del hotel, diariamente se pega un papel que detalla la temperatura y el clima que habrá, incluso con horarios. Al visitante le causa risa esto, hasta que sale y lo corrobora.
Transité por la zona del centro, en la cual había estado un día antes. Recorrí la Kärntner Straße, calle de Carintia. Visité el Palacio Imperial de Hofburg, la Ópera de Viena, el Parlamento, la Catedral de San Esteban... Vi estatuas de Mozart, Goethe..., e innumerables cafés vieneses.
Estuve en el Museum für Völkerkunde, Museo de Etnología, donde se encuentra el controvertido Penacho de Moctezuma. Sin embargo, lo quitaron de exhibición.
Cuando mis pies ya no aguantaron más, regresé al centro, y me subí en el metro para regresar al hotel. La vista del río Danubio desde la estación de Donauinsel, Isla Danubio, era preciosa.
Tengo que preparar mis cosas para partir hacia el penúltimo país que conoceré en este viaje: Italia —luego regresaré a Francia y España, y conoceré en el trayecto el Principado de Mónaco.
La guía me advirtió que gastaré aproximadamente €300 más si tomo las excursiones opcionales que faltan. Así pues, tengo que retirar dinero de mi cuenta.
Hoy gasté:
€2, 90 de pizza
€1, 80 de metro
_____
 €4, 70
Conocí los bosques austríacos —vieneses, para ser más preciso—, y me gustaron mucho. El arcoíris, a manera de señal de buen augurio, salió en el camino —es la segunda vez que esto me sucede durante un viaje: hace algunos años, cuando visité Israel, también apareció en el cielo en la zona del Mar Muerto, cerca de la fortaleza de Massada.
Hice una breve parada en Baden, un sitio de ensueño que otrora albergara a eximios músicos como Ludwig van Beethoven.
Para Italia cuento con:
€226, 13 = $3, 844, 21



Viena, Austria. Lunes, 4 de abril de 2011. Reflexiones.






Lunes, 4 de abril de 2011.
Montag 4. April 2011.
Wien, Österreich.

Estoy en Austria, el décimo país que visito en este periplo europeo. El clima era muy agradable cuando arribé, pero súbitamente se nubló y comenzó a llover. Además el viento es inclemente: tanto que incluso me arrancó la gorra de la cabeza, y tuve que perseguirla por la acera.
Por la tarde, salí un par de veces a caminar, y comprar algunos víveres al supermercado.
Mejor me quedaré a ejercitarme un poco; a cenar, a bañarme en la tina, y a descansar. El hotel es muy agradable, y está bien comunicado: está cerca de la sede de las Naciones Unidas.
Me compré una gorra de Austria por €10. Comí Döner kebab, comida turca, por €3, 50, y gasté €5, 50 en el súper.
Estoy a punto de llegar a Italia, donde necesito sacar dinero del banco, ya que se vienen excursiones opcionales bastante caras.
Gastos del día:
€2 Chocolates
€10 Gorra de Österreich, Austria (€9, 90)
€3, 50 Comida: Döner kebab
€5, 40 Supermercado (€5, 50)
_____
€21 = $357

Tengo €231 aproximadamente





Algunas reflexiones e ideas en las cuales reparar posteriormente:

“Los austríacos son alemanes menos racistas.”

“—¿Qué es un austríaco?
—Un alemán un poco menos racista.”

04/04/11 17:23 S[obre la] C[ama] D[e] M[i] H[abitación] (405)

“En Europa, durante el invierno, el sol no es fuente de calor. Simplemente proporciona luz.”

 04/04/11 17:25 SCDMH

“Este viaje ha sido tan agotador que en un buen tiempo no quiero viajar en autobús, ni hablar otro idioma que no sea el mío. Tampoco subirme a ningún avión.”

04/04/11 17:33 SCDMH

“No todos los viajes son para disfrutarse. Es decir, a veces la enseñanza más provechosa de un viaje estriba en su amarga experiencia.”

04/04/11 17:35 SCDMH

“Budapest es una hermosa ciudad, a la cual le faltan habitantes más sensibles. Así, pues, es un lugar en el que las piedras y los materiales con que se erigió su historia, superan por mucho a las personas. Si la actitud de la gente cambiara —aun con su hermético idioma—, Budapest sería la ciudad más hermosa del mundo.”

04/04/11 17:43 SCDMH

“Berlín es la capital mundial del racismo. Berlín: una bella ciudad con gente fea.”

04/04/11 17:48 SCDMH

“La ciudad de Berlín es un recuerdo viviente —en sus lugares, en sus edificios— de lo peor que hemos hecho como especie. Es un sitio histórico porque las piedras guardan la vergonzosa memoria de lo sucedido. Así, pues, sus habitantes son congruentes con ellos mismos, y con su historia: profesan el racismo que viven, que sienten.”

04/04/11 17:59 SCDMH

“Después de experimentar a Alemania, a partir de sus habitantes, uno se queda con la impresión de que los monumentos que recuerdan el Holocausto en este lugar, más que rendir homenaje a las víctimas, fungen como orgullosas banderas de lo que los alemanes son capaces de hacer. Monumentos ufanos.”

04/04/11 18:04 SCDMH
“El racismo que avergüenza públicamente a los europeos, es el mismo que los enorgullece en privado.”

04/04/11 18:09 SCDMH

“De nada sirve erigir monumentos en contra del racismo, o a favor de la homosexualidad, si sus habitantes expresan la xenofobia y la homofobia en cada uno de sus actos: mirada, risa, ademanes... (Racismo cultural).”

04/04/11 18:15 SCDMH

“La vida del turista es realmente dura.”

04/04/11 18:18 SCDMH

“Viajar permite comprender por qué el mundo se nos desmorona entre las manos.”

04/04/11 18:19 SCDMH

“Conocí París: Visité el Museo del Louvre, estuve en la Torre Eiffel, navegué por el río Sena, comí en el Barrio Latino, visité la Iglesia de Nuestra Señora, subí hasta el Sagrado Corazón, y contemplé la ciudad... Y a pesar de todo ello, lo que más me gustó de París, fue la sudadera que me compré.”

04/04/11 18:30 SCDMH
“Ciertamente la ciudad de Praga es inspiradora, y lo sería aún más sin turistas.”

04/04/11 18:32 SCDMH

“El racismo es una manifestación cultural más de los alemanes, como beber cerveza y comer salchichas.”

04/04/11 18:37 SCDMH



martes, 25 de octubre de 2011

Budapest, Hungría. Domingo, 3 de abril de 2011.

Domingo, 3 de abril de 2011.
Budapest, Magyarország.

Anoche hablé por teléfono con mis padres —desde que salí de México, no me había comunicado en ellos. Mi padre se puso a llorar, y a mí se me hizo un nudo en la garganta.
A decir verdad, ya cuento los días para regresar a casa. Infortunadamente, estas vacaciones se han convertido en una pesadilla. Estoy harto, extenuado.
Tolerar a tantos desconocidos durante un mes, es una prueba muy complicada. Levantarse temprano, desayunar a prisa, subir las maletas, y formarse para ganar un lugar en el incomodísimo autobús debilita cualquier cuerpo, cualquier ánimo. 
Si bien la gente es difícil —fría—, Budapest es una ciudad deslumbradora: sobre todo, su arquitectura. Mi amigo Manuel [Torres] tenía razón cuando aludió a la inspiración que genera esta capital imperial.
Las mujeres húngaras son preciosas —incluso más que las checas: su hermosura es exuberante. La mezcla de culturas destaca en sus rostros.
Hoy conocí el Castillo y el Bastión de los pescadores, y quedé sin aliento. Este último lugar, me recordó a la ciudad de Góndor de la película El señor de los anillos.
La vista desde la antigua ciudad, Buda, es cautivadora: el Danubio, los puentes...
Después de recorrer la calle peatonal de Váci, adquirí una gorra y una chamarra húngaras, y comí mientras admiraba la belleza de las meseras. A decir verdad, esta calle, a pesar de ser la más comercial de Budapest, estaba un tanto desangelada. Incluso los comerciantes eran mucho menos persuasivos que los praguenses.
Algunas tiendas cuentan con sótanos. Me metí a una, pero los dependientes no me inspiraron mucha confianza, y salí inmediatamente sin apreciar los productos. El precio de las playeras bordadas es una locura —más caras que en París. Como sucede en Praga, los precios en florines húngaros son muy engañosos, y lo constaté.
Presencié una pelea callejera entre un comprador y un vendedor.
Me subí al metro de la ciudad, y fue como hacer un viaje por el tiempo, a la época comunista: el vagón viejo y azul, y verde opaco por dentro. Las columnas plateadas de la estación, la suciedad y el descuido de las instalaciones, así como los vigilantes, le daban un toque lúgubre al cuadro.
Regresé temprano al hotel.
Vi un rato televisión antes de dormirme. Por la noche, el canal polaco —el mismo que transmite telenovelas— ofrece infomerciales, donde las protagonistas fornican —únicamente se tapan los órganos sexuales con asteriscos— mientras conminan al televidente a llamar, y contratar sus servicios. Supongo que no es raro, ya que tanto Praga como Budapest gozan de fama gracias a la industria pornográfica.
Mañana parto a Viena.



Budapest, Hungría. Sábado, 2 de abril de 2011.

Sábado, 2 de abril de 2011.
Budapest, Magyarország.

Acabo de llegar a Budapest.
Me hospedo en el barrio de Ferencváros, La ciudad de Francisco, donde se encuentra el club deportivo que lleva el mismo nombre, y es el más popular de Hungría.
En la televisión hay canales rusos, polacos, rumanos y austríacos.
Descanso. En un rato saldré a pasear por la ciudad. Además navegaré por el Danubio. Regresaré muy tarde.
Gasté €8 en la comida: 2 sándwiches y un refresco.
Veo un programa en la televisión rumana, un concierto de música folclórica de 1998, Primul Concert, en el que destacan músicos como: Benone Sinolescu, Mioara Velicu, Laura Labric, Veta Biriș, Mariana Anghel, Petrică Paşca, Maria Stanescu, Ioan Bocșa... ¡Ah, me recordaron a mis entrañables Gheorghe Zamfir y Radu Simion!
El canal polaco ofrece telenovelas sudamericanas dobladas: se perciben ambos idiomas simultáneamente.
(Más tarde)
Cambié €5 por la moneda local, el florín húngaro (forint), luego de que traté de comprar suministros en una tienda, y me rechazaron los euros.



Caminé por el Monumento Milenario y la Plaza de los Héroes hasta el Parque Municipal de Budapest, y visité el castillo de Vajdahunyad. Allí, un joven me pidió que lo fotografiara con su propia cámara. Conversé brevemente con él. Era hindú, de la ciudad de Delhi. Lo bromeé, y le dije que yo también venía de una ciudad pequeña como la suya: la Ciudad de México.
El viaje por el Danubio ha sido, sin duda, una de las experiencias más afortunadas de toda mi existencia: un recuerdo conmovedor.



sábado, 22 de octubre de 2011

Praga, República checa. Viernes, 1 de abril de 2011.

Viernes, 1 de abril de 2011.
Praha, Česká republika.

Hoy es el cumpleaños de mi hermano.
Praga fue una ciudad agradabilísima, un remanso de tranquilidad, luego de la incomodidad que propició Berlín en mi ser. Y así la recordaré por el resto de mi vida.
Acaso tenga que reflexionarlo, pero Praga se sitúa como la tercera o cuarta ciudad que más me ha gustado —después de İstanbul, London y Αθήνα, Atenas. Sin embargo, sospecho que Budapest ocupará un lugar especial. Pero, lo mejor es esperar.
Realicé un recorrido peatonal que comenzó por la mañana, y concluyó hasta la tarde: el castillo de Praga, el Puente de Carlos, el Reloj astronómico… Conocí la casa del poeta Jan Neruda, cuyo apellido adoptara el chileno Neftalí Reyes, Pablo Neruda.
Comí cerdo, y volví a beber la famosa cerveza checa: Pilsner Urquell, en alemán, y en checo, Plzeňský prazdroj.
En esta ciudad gasté más de lo que esperaba: €70.
Para Budapest gastaré €50 —¡ojalá lo pueda cumplir!
Por el momento, dispongo de €311 con 9 centavos.
Compré:
1 playera 199 Kč
1 llavero 149 Kč
1 boleto 20 Kč
Comida (más propina) 390 Kč


Praga, República checa. Jueves, 31 de marzo de 2011.

Jueves, 31 de marzo de 2011.
Praha, Česká republika.

Después del amargo sabor de boca adquirido en Berlín, hice una parada en Dresde, ciudad de arquitectura deslumbrante —más si se considera que fue prácticamente destruida durante los bombardeos aliados en la Segunda Guerra Mundial—, y donde la gente era “menos” racista que en la capital. Incluso probé las célebres salchichas alemanas.
Por la tarde llegué a Praga, a la Europa Oriental, donde al menos la primera impresión que tuve, me señalaba que ésta es “la otra Europa”, muy diferente a la que he conocido hasta ahora.
Tan pronto como dejé mis maletas en la habitación, salí con otras 5 personas al centro de la ciudad, la cual es hermosísima, y la gente amable —después de soportar a los insufribles alemanes, cualquier persona de otra nacionalidad resulta afable. Dicha amabilidad se debe primordialmente a que en esta ciudad abundan los turistas, y por consiguiente, los comercios.
Asimismo, debido a que la República Checa —o Chequia, como la llaman los españoles— aún no utiliza el euro como moneda, se tiene la “engañosa” sensación de que es muy barato; pero no es así. Lo cierto es que hay que proceder con precaución porque el tipo de cambio es volátil de una casa de cambio a otra. Es por esto que para evitarme problemas, yo pienso en euros —hay muchas tiendas que aceptan euros sin problema.
Las mujeres checas son hermosas, y honran la fama que tienen.
Hay muchos turistas alemanes, austríacos, italianos y rusos.
Conocí a dos vendedores muy particulares: uno búlgaro y otro macedonio, y ambos hablaban un español clarísimo, sobre todo el primero.
El joven de Bulgaria me advirtió que tuviera cuidado con los billetes de 50 coronas checas, ya que no servían, y los comerciantes se los daban a los extranjeros como cambio. Algunos minutos después entré a un restaurante cerca de la Plaza de Wenceslao, y cené gulash. Después de pagar, el mesero me entregó un billete con la denominación referida, y le dije que me lo cambiara, a lo que accedió de mala gana.
Gastos (en euros, para evitar problemas):
€4 Dos salchichas en Dresde (2€ y €1, 80)
¡€1, 50 Gorra de Alemania!
€40 Cambio a coronas checas (2 gorras, 1 gulash, 1 cerveza y 2 pasajes de tranvía:
Gorras, 125 y 127 Kč; comida y cerveza 140 y 40, más 10 Kč de propina; 2 boletos, 40 Kč)
€45, 50 = $773, 50
Veo en la televisión un partido de la Euroliga de basquetbol, entre mi equipo favorito, el Panathinaikós de Atenas y el Barcelona.
Tengo 221 coronas checas (Koruna česká).



Berlín, Alemania. Miércoles, 30 de marzo de 2011.

Miércoles, 30 de marzo de 2011.
Mittwoch 30. Marz 2011.
Berlin, Deutschland.

No aguanto los pies.
Experimento sentimientos encontrados. Por un parte, me siento incómodo, molesto, triste... por la xenofobia de los berlineses —lo escribo así para no generalizar, pero bien pude haber escrito “alemanes”, y nada hubiera cambiado. Y por otra, contento, satisfecho... por haber conocido los lugares donde otrora estuvieran el Muro de Berlín, die Berliner Mauer, el Checkpoint Charlie... Sin embargo, lo que jamás olvidaré de Berlín —y con eso me quedaré—, es el Museo de Pérgamo: la Puerta de Ishtar, el Altar de Zeus, las piedras con la escritura cuneiforme...
Por la mañana, regresé a la Puerta de Brandenburgo. Asimismo, conocí otros lugares de la ciudad.
Berlín es una ciudad histórica, aunque dicha historia sea funesta.
Hacia el mediodía, el autobús me dejó cerca del zoológico, desde donde caminé a lo largo de la calle más comercial de la capital alemana: Kurfürstendamm.
A algunos metros de la iglesia del emperador Guillermo, la cual es remozada, introduje cambio en una máquina para obtener una moneda conmemorativa. Había que girar una manivela, y la moneda no salía, a pesar de mis intentos. Entré a la tienda, y la dependienta se negó a ayudarme, y se volteó de espaldas, no sin antes regañarme por mi incapacidad.
Iba acompañado por cuatro mexicanos, de los cuales me he convertido —al parecer— en guía.
Nos dirigimos después al Checkpoint Charlie, haciendo sendas paradas en la Columna de la Victoria, Siegessäule, primero, así como en el Parlamento alemán, Reichstag, después.
Comimos en una pizzería italo-alemana en la zona del Museo del Muro de Berlín. Ante los infortunados sucesos vividos en esta ciudad, optamos por no meternos en un restaurante típico. Escuchar el melodioso idioma italiano en lugar del tono golpeado del alemán, fue reconfortante.
De ahí, nos trasladamos a la Isla de los Museos. Antes de regresar al hotel, caminamos nuevamente por la avenida Unter den Linden.
Gastos del día:
€3 Boleto del metro y autobús
€9 Pizza y cerveza más propina
€12 Boleto del Museo de Pérgamo
€15 Sombrero soviético
€6 2 collares del Museo de Pérgamo
€4 Monedas de Berlín
€1, 20 Moneda de Berlín
_____
€50, 20





Este “perro berlinés” —me refiero al cuadrúpedo: ¡Vean cuán bien aprendí la xenofobia, luego de sufrirla!—, es lo más “educado” que encontré en Alemania. En Ku’Damm, Berlín.

Berlín, Alemania. Martes, 29 de marzo de 2011.

Martes, 29 de marzo de 2011.
Dienstag 29. Marz 2011.
Berlin, Deutschland.

—¡Vaya con el racismo y la mala educación de los alemanes! Conociendo y tratando a éstos en su medio, uno se explica por qué fue en esta sociedad donde floreció el nacional socialismo, y donde el racismo se ha desarrollado y perfeccionado.
Después de un trayecto larguísimo desde Ámsterdam, llegué a la capital de Alemania aproximadamente a las seis de la tarde.
En compañía de otros cuatro mexicanos, salí a conocer la ciudad. Nos subimos al U-Bahn, tren subterráneo, y nos bajamos en la estación de Friedrichstraße. Desde ahí caminamos hasta Alexanderplatz. Después de cenar kebab en un restaurante turco, nos trasladamos en autobús hasta Brandenburger Tör, la Puerta de Brandenburgo.

El mesero era turco, de la ciudad de Ankara, y era bastante extrovertido. Coqueteó con un par de jóvenes rusas que llegaron después de nosotros. Le pregunté si había racismo en Alemania, y me contestó con una risa desenfadada —la cual yo sentí fingida, pues su jefe, un alemán, escuchaba desde la cocina: “¡No, en Alemania hay 5 millones de turcos. No hay racismo!”
Regresamos por la noche al hotel, y a decir verdad, me sentía muy incómodo, e incluso experimenté miedo.
                                                              *****
Primero, mis acompañantes se pararon a fotografiar un edificio viejo, y salió cual energúmeno, un ario cretino, gritando: Warum? Warum? [Al. ¿Por qué? ¿por qué?] Es decir, preguntando por qué fotografiaban dicho edificio. Un tanto asustados, guardaron sus cámaras. Una mujer atrajo hacia el interior al sujeto, y proseguimos con nuestro recorrido.
He desempolvado mi alemán, y lo he utilizado. Sin embargo, la gente es muy grosera, aun cuando te esfuerzas por comunicarte con ella en su propio idioma.
Cuando nos subimos al autobús, saludé al chofer: Gute Nacht, Herr!, ¡Buenas noches, señor!, y me respondió con el silencio y la jeta llena de odio.
Antes, una de las señoras con las que salí a pasear por Berlín, se allegó a un par de sujetos a las afueras de la estación de la Plaza de Alejandro, con el propósito de preguntarles dónde podía tomar el autobús para dirigirse a la Puerta de Brandenburgo, y recibió por respuesta, primero la indiferencia, y luego la burla. Ambos tipos le dijeron que no le entendían —aun cuando les había preguntado en inglés—, y después se voltearon a ver entre sí, y se carcajearon.
Algunas horas antes, cerca del hotel, me dirigí respetuosamente a una persona en la calle, y le pregunté por la estación del metro, y me respondió que no sabía. No malinterpreté su reacción sino hasta que regresé al hotel, y analicé, contextualizando, todas las muestras recibidas.
Asimismo, en la calle se percibe el racismo, el desprecio... En la avenida más conocida de la ciudad, Unter den Linden, Bajo los tilos, cerca de la Puerta de Brandenburgo, un sitio asaz turístico, caminan grupos intimidadores de jóvenes neonazis de 12 o 14 años aproximadamente.
¡Malditos racistas de mierda!
P. S. En los puntos de parada de las carreteras alemanas, se acostumbra cobrar la entrada a los sanitarios —servicios, como dicen los españoles—, y al momento de consumir la comida, se presenta el boleto del baño, y se reembolsa el importe del baño.
Gastos:
Comida en Burger King €6, 99
1 refresco €2
Boleto de Berlín €3
Baño de Alexanderplatz €.50
Kebab (Restaurante turco) €4, 89
Paseo en barco por Budapest €40
Bosques austriacos €50
_____
€107, 38 = $1, 825, 46

Del día: €17, 38 = $295, 46

€441 = $7, 497
(Y con esto tengo que sobrevivir hasta Italia).


Ámsterdam, Holanda. Lunes, 28 de marzo de 2011.

Lunes, 28 de marzo de 2011.
Amsterdam, Nederland. Park Plaza Hotel. Habitación 552.

Hoy visité Ámsterdam nuevamente por la mañana: el mercado de flores, una fábrica de diamantes, así como la Plaza de los museos.
Por la tarde, me trasladé a los pueblos de Edam, Volendam y Marken.
Probé el haring y el pescado frito.
Mañana parto a Alemania, a Berlín, uno de los lugares que más expectativas han generado en mí. Ojalá las cumpla.
El día de hoy recrudeció el frío —quizá no sentía tanto desde la región francesa de Loira.
Anoche me acosté bastante tarde, reacomodando la maleta. Las compras comienzan a evidenciarse en mi equipaje. Espero dormirme temprano hoy.
Gasté:
1 sudadera (Holland) €25
3 platillos en Volendam €9
1 jugo de naranja €2,50
_____
€36, 50 = $620