Jueves, 17 de marzo de 2011.
Madrid, España. Hotel Convención.
Aguardo para desayunar. Anoche tomé un baño relajante en la tina, luego de ejercitarme un poco. Asimismo, preparé mis cosas para hoy.
Mi opinión respecto de los españoles —y concretamente, sobre los madrileños— se ha visto modificada. Ayer, consulté a tres parejas de tránsito, y se portaron muy comedidos y amables conmigo —si bien a todos los consulté en el centro, en la zona turística de la Gran Vía.
Desayuné muy rápido, ya que nos dieron prácticamente 30 minutos para hacerlo.
El restaurante era un caos, y el desayuno europeo dista mucho del que conozco. Al parecer hay varios grupos escolares alojándose en el hotel, ya que prácticamente tuve que luchar con ellos por los alimentos.
Una vez en el autobús —aquí le llaman “autocar”— realicé la vuelta panorámica por la ciudad. Al terminar ésta, caminé mucho nuevamente: el Museo del Prado, el Centro de Arte Reina Sofía y el Museo de arte Thyssen-Bornemisza. Estuve en la Estación de Atocha, la Plaza de España...
Por la tarde, regresé a la agencia de viajes, Trapsatur, ubicada en la Gran Vía, para emprender la visita a la ciudad de Toledo.
Una ciudad bastante interesante. Me gustó mucho. Su atmósfera evocó en mi mente —a partir de sus edificios, sus espadas...— a Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.
Una japonesa, así como un par de mexicanos de Ciudad Juárez que tomaron la excursión, se extraviaron en las laberínticas calles de la ciudad, y el autobús aguardó por ellos.
Regresé al hotel por la noche.
Necesito arreglar mis cosas para mañana. Parto a Francia.
Los gastos del día:
Visita a Toledo €41
2 bocadillos (en el Museo del Jamón) €2
1 botella con agua €1, 50
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€44, 50 = $756, 50
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