Durante mis viajes por el mundo suelo llevar diarios con el propósito no sólo de escribir lo que experimento y conozco, sino también para controlar el dinero del que dispongo. Estos pequeños textos son “apuntes” que, aunados a las imágenes recogidas, me permiten, al consultarlos, desencadenar mis recuerdos y, a partir de esto, crear crónicas más vívidas con las anécdotas a flor de piel. En el trayecto me he topado con otros viajeros, quienes me enriquecieron con sus relatos y fotografías.

sábado, 15 de octubre de 2011

Londres, Inglaterra. Martes, 22 de marzo de 2011.

Martes, 22 de marzo de 2011.
Tuesday, March 22nd 2011.
London, England. Royal National Hotel.

—¡Vaya día! Madrugué, desayuné y me paré frente a la recepción para que me recogiera el autobús para ir a Stonehenge. Me distraje conversando con una pareja de mexicanos, y cuándo me aproximé a preguntar por qué aún no me habían llamado, me respondieron que ¡ya habían partido!
Toda mi vida he profesado el respeto por el tiempo de los demás. Siempre he sido puntual, llegando a mis compromisos incluso con una hora de anticipación, aun cuando tenga que esperar, y justamente en el país, por antonomasia, de la puntualidad, he obrado como uno más de mis impuntuales compatriotas.
Esperé a que otro autobús de la agencia me llevara —aclaro que se trata de una agencia local, y no de la española con la que contraté el recorrido europeo—, y finalmente llegué, no sin angustia. Me acerqué a un trabajador, y este me señaló la fila donde tenía que formarme. Respiré aliviado. Algunos minutos después, me percaté de que esta persona, de origen hindú —como los meseros del hotel, y muchos de los comerciantes londinenses—, sería el conductor de la furgoneta.
El camino a Stonehenge fue largo: una hora con cuarenta minutos. Si bien sólo son piedras, son piedras con Historia.





En el trayecto de vuelta, un italiano se sentó junto a mí. Corroboré que el lenguaje universal de los hombres es el fútbol. Practiqué mi italiano, y le pregunté cuál era su equipo. Inmediatamente buscó su cartera, y me mostró una credencial de socio de la Roma. Conversamos sobre Totti. Yo le recordé la época de Giuseppe Giannini.
Regresé a Londres. Tomé el metro por mi cuenta, y llegué a Picadilly Circus, desde donde caminé hasta Oxford Street, una y otra vez.
No aguanto mis pies.
La tarde la dediqué totalmente a las compras. Busqué y adquirí los productos de los Juegos Olímpicos que había visto por la red.
Después me compré cuatro discos de música irlandesa con la tarjeta de crédito, con mi primera tarjeta de crédito… ¡Y vaya manera de estrenarla: con libras esterlinas! ¡Ya veré en México cómo me va!
Compré llaveros, pines, una sudadera, un par de gorras. El dependiente que me atendió en la tienda era un joven homosexual proveniente de Calcuta, India.
Cambié €20 por libras esterlinas, y me dieron 16 (₤16, 13, con exactitud).
Mañana parto a París. Es una lástima, cuando me empezaba a sentir a gusto aquí, me marcho.
Por la noche, a pesar del cansancio acumulado, salí a fotografiar y conocer el Museo Británico de Londres.
Con la tarjeta de crédito compré cuatro discos compactos en HMV: Dos de Clannad, uno de Altan y uno de Los dublineses. ₤56 = $1, 092. La persona que me atendió, un hippie entrado en años, fue muy amable y conversó conmigo. Cuando le dije que era de México, aludió a Vicente Fernández y a su música. 





Los gastos del día son los siguientes:
1 gorra peruana —aquí le llaman “sombrero nepalés” ₤5
1 sándwich y 1 jugo de naranja ₤4 (fue menos, pero lo redondeo)
1 sudadera y 1 pin ₤20, 50
1 boleto de metro y autobús ₤6, 60
Productos oficiales de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 (1 gorra, 2 pines y 1 llavero) ₤27 (10, 12 y 5)
1 llavero y 1 pin de Stonehenge ₤5
6 llaveros
_____
₤78, 10 = $1, 522, 95 aproximadamente

(Tomé €20)
Tengo en la actualidad €882, 60 —más de lo que había contado: $1, 500, 42
Me quedan ₤5, las cuales espero cambiar mañana.



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