Durante mis viajes por el mundo suelo llevar diarios con el propósito no sólo de escribir lo que experimento y conozco, sino también para controlar el dinero del que dispongo. Estos pequeños textos son “apuntes” que, aunados a las imágenes recogidas, me permiten, al consultarlos, desencadenar mis recuerdos y, a partir de esto, crear crónicas más vívidas con las anécdotas a flor de piel. En el trayecto me he topado con otros viajeros, quienes me enriquecieron con sus relatos y fotografías.

sábado, 22 de octubre de 2011

Berlín, Alemania. Miércoles, 30 de marzo de 2011.

Miércoles, 30 de marzo de 2011.
Mittwoch 30. Marz 2011.
Berlin, Deutschland.

No aguanto los pies.
Experimento sentimientos encontrados. Por un parte, me siento incómodo, molesto, triste... por la xenofobia de los berlineses —lo escribo así para no generalizar, pero bien pude haber escrito “alemanes”, y nada hubiera cambiado. Y por otra, contento, satisfecho... por haber conocido los lugares donde otrora estuvieran el Muro de Berlín, die Berliner Mauer, el Checkpoint Charlie... Sin embargo, lo que jamás olvidaré de Berlín —y con eso me quedaré—, es el Museo de Pérgamo: la Puerta de Ishtar, el Altar de Zeus, las piedras con la escritura cuneiforme...
Por la mañana, regresé a la Puerta de Brandenburgo. Asimismo, conocí otros lugares de la ciudad.
Berlín es una ciudad histórica, aunque dicha historia sea funesta.
Hacia el mediodía, el autobús me dejó cerca del zoológico, desde donde caminé a lo largo de la calle más comercial de la capital alemana: Kurfürstendamm.
A algunos metros de la iglesia del emperador Guillermo, la cual es remozada, introduje cambio en una máquina para obtener una moneda conmemorativa. Había que girar una manivela, y la moneda no salía, a pesar de mis intentos. Entré a la tienda, y la dependienta se negó a ayudarme, y se volteó de espaldas, no sin antes regañarme por mi incapacidad.
Iba acompañado por cuatro mexicanos, de los cuales me he convertido —al parecer— en guía.
Nos dirigimos después al Checkpoint Charlie, haciendo sendas paradas en la Columna de la Victoria, Siegessäule, primero, así como en el Parlamento alemán, Reichstag, después.
Comimos en una pizzería italo-alemana en la zona del Museo del Muro de Berlín. Ante los infortunados sucesos vividos en esta ciudad, optamos por no meternos en un restaurante típico. Escuchar el melodioso idioma italiano en lugar del tono golpeado del alemán, fue reconfortante.
De ahí, nos trasladamos a la Isla de los Museos. Antes de regresar al hotel, caminamos nuevamente por la avenida Unter den Linden.
Gastos del día:
€3 Boleto del metro y autobús
€9 Pizza y cerveza más propina
€12 Boleto del Museo de Pérgamo
€15 Sombrero soviético
€6 2 collares del Museo de Pérgamo
€4 Monedas de Berlín
€1, 20 Moneda de Berlín
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€50, 20





Este “perro berlinés” —me refiero al cuadrúpedo: ¡Vean cuán bien aprendí la xenofobia, luego de sufrirla!—, es lo más “educado” que encontré en Alemania. En Ku’Damm, Berlín.

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