Durante mis viajes por el mundo suelo llevar diarios con el propósito no sólo de escribir lo que experimento y conozco, sino también para controlar el dinero del que dispongo. Estos pequeños textos son “apuntes” que, aunados a las imágenes recogidas, me permiten, al consultarlos, desencadenar mis recuerdos y, a partir de esto, crear crónicas más vívidas con las anécdotas a flor de piel. En el trayecto me he topado con otros viajeros, quienes me enriquecieron con sus relatos y fotografías.

sábado, 22 de octubre de 2011

Praga, República checa. Jueves, 31 de marzo de 2011.

Jueves, 31 de marzo de 2011.
Praha, Česká republika.

Después del amargo sabor de boca adquirido en Berlín, hice una parada en Dresde, ciudad de arquitectura deslumbrante —más si se considera que fue prácticamente destruida durante los bombardeos aliados en la Segunda Guerra Mundial—, y donde la gente era “menos” racista que en la capital. Incluso probé las célebres salchichas alemanas.
Por la tarde llegué a Praga, a la Europa Oriental, donde al menos la primera impresión que tuve, me señalaba que ésta es “la otra Europa”, muy diferente a la que he conocido hasta ahora.
Tan pronto como dejé mis maletas en la habitación, salí con otras 5 personas al centro de la ciudad, la cual es hermosísima, y la gente amable —después de soportar a los insufribles alemanes, cualquier persona de otra nacionalidad resulta afable. Dicha amabilidad se debe primordialmente a que en esta ciudad abundan los turistas, y por consiguiente, los comercios.
Asimismo, debido a que la República Checa —o Chequia, como la llaman los españoles— aún no utiliza el euro como moneda, se tiene la “engañosa” sensación de que es muy barato; pero no es así. Lo cierto es que hay que proceder con precaución porque el tipo de cambio es volátil de una casa de cambio a otra. Es por esto que para evitarme problemas, yo pienso en euros —hay muchas tiendas que aceptan euros sin problema.
Las mujeres checas son hermosas, y honran la fama que tienen.
Hay muchos turistas alemanes, austríacos, italianos y rusos.
Conocí a dos vendedores muy particulares: uno búlgaro y otro macedonio, y ambos hablaban un español clarísimo, sobre todo el primero.
El joven de Bulgaria me advirtió que tuviera cuidado con los billetes de 50 coronas checas, ya que no servían, y los comerciantes se los daban a los extranjeros como cambio. Algunos minutos después entré a un restaurante cerca de la Plaza de Wenceslao, y cené gulash. Después de pagar, el mesero me entregó un billete con la denominación referida, y le dije que me lo cambiara, a lo que accedió de mala gana.
Gastos (en euros, para evitar problemas):
€4 Dos salchichas en Dresde (2€ y €1, 80)
¡€1, 50 Gorra de Alemania!
€40 Cambio a coronas checas (2 gorras, 1 gulash, 1 cerveza y 2 pasajes de tranvía:
Gorras, 125 y 127 Kč; comida y cerveza 140 y 40, más 10 Kč de propina; 2 boletos, 40 Kč)
€45, 50 = $773, 50
Veo en la televisión un partido de la Euroliga de basquetbol, entre mi equipo favorito, el Panathinaikós de Atenas y el Barcelona.
Tengo 221 coronas checas (Koruna česká).



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