Durante mis viajes por el mundo suelo llevar diarios con el propósito no sólo de escribir lo que experimento y conozco, sino también para controlar el dinero del que dispongo. Estos pequeños textos son “apuntes” que, aunados a las imágenes recogidas, me permiten, al consultarlos, desencadenar mis recuerdos y, a partir de esto, crear crónicas más vívidas con las anécdotas a flor de piel. En el trayecto me he topado con otros viajeros, quienes me enriquecieron con sus relatos y fotografías.

martes, 27 de agosto de 2013

Vuelta al origen. Primera parte: Fotografías (reveladas y escaneadas) de Tlalchapa y la Ciudad de México.



Si la frase freudiana “Infancia es destino”, es cierta, entonces mi niñez ya comprendía lo por venir.

Durante la infancia y la adolescencia recorrí mi país por carretera, acompañado por mi familia. Así conocí gran parte de México. También hicimos un par de viajes a los Estados Unidos: Los Ángeles y San Antonio.

En la adultez, a los veintiocho años, comencé con los viajes alrededor del mundo. Sin embargo, allende las fronteras de mi patria, y a pesar de la lejanía, me acompañan siempre algunos rasgos que aprendí durante los años en que vacacionaba en Tlalchapa, Guerrero, el pueblo de mi padre y su familia —así como de mi abuela materna—, que hice mío en el decurso.

Como fotógrafo comencé a ser consciente de mis facultades en la universidad. La era de las cámaras digitales era incipiente, por lo que la mayor parte de mis fotos de aquella época permanecen en los rollos aún no revelados, o bien en imágenes impresas que esperan a que las escanee.

Éstas son sólo algunas de las fotografías captadas en la sierra guerrerense y en el lugar donde sembraba mi padre cuando era niño: un sitio que me trascendió y que, infortunadamente, por la violencia y la inseguridad que asolan a este estado, no visito desde, por lo menos, ocho años.

Extraño, sobre todo, aquellas caminatas, con halo de expedición, al cerro —acaso por ello camino incesantemente los lugares que conozco: escuchar y sentir a la Naturaleza, bajo los rayos del sol abrasador.

En la segunda parte agrego fotos recogidas en la Ciudad de México, la ciudad que amo y odio con la misma intensidad, las cuales son una excepción en mi labor fotográfica. Me explico. En otras ciudades del mundo me aventuro temerariamente con mis cámaras, cruzadas por debajo de los brazos, cual cartucheras, enfrentando al miedo. Sin embargo, en mi propia ciudad no me atrevo a portar una en la calle: quizá porque sé de los riesgos que se corren. 

Estas imágenes están llenas de recuerdos; nostalgias que afloran cuando los ojos reconocen los lugares y que, sin saberlo, fueron el origen de lo que posteriormente vendría.    










Tlalchapa, Guerrero











Sembradío de jamaica




































Río luminoso















Autorretratos



































Composiciones















Ciudad de México






Hoja de contacto




















Zoológico de Chapultepec





Para Tao Hernández.








































































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