Durante mis viajes por el mundo suelo llevar diarios con el propósito no sólo de escribir lo que experimento y conozco, sino también para controlar el dinero del que dispongo. Estos pequeños textos son “apuntes” que, aunados a las imágenes recogidas, me permiten, al consultarlos, desencadenar mis recuerdos y, a partir de esto, crear crónicas más vívidas con las anécdotas a flor de piel. En el trayecto me he topado con otros viajeros, quienes me enriquecieron con sus relatos y fotografías.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Madrid, España. Miércoles, 13 de abril de 2011.

Miércoles, 13 de abril de 2011.
Madrid, España.

Finalmente ha concluido este viaje, y supongo que habré de esperar algo de tiempo para asimilar en su justa dimensión, lo que representa ya en mi vida.
En términos generales, estoy satisfecho —muy cansado, pero contento. Si bien los últimos días fueron terribles, recorriendo diariamente 700 kilómetros en promedio, y aguantando a imbéciles a bordo del autobús, logré sobrevivir.
Conocí prácticamente toda Europa por carretera —salvo Portugal, los Balcanes, los Cárpatos... Según la guía, recorrimos cerca de 10, 000 kilómetros. Vi fronteras abiertas que otrora hubiera sido imposible cruzar con semejante rapidez. Presencié los contrastes, no sólo económicos, que existen entre cada una de las naciones y regiones de este continente.
No sorprende, por ejemplo, que los europeos hablen más de tres idiomas —los húngaros y los checos hablan su lengua, además de alemán y ruso, sin problema. Y muchos aprenden, debido a la nueva dinámica económica, el inglés. Aunque sí son evidentes las diferencias abismales que existen entre la Europa Occidental y la Oriental. Acaso sólo así se entiendan las crisis económicas de Grecia, Irlanda, España y Portugal; y el despunte de Alemania.
Al mediodía paseé por Zaragoza, una ciudad amplia, ordenada, luminosa y tranquila: un respiro en este ajetreado viaje.
Por la tarde, al llegar a Madrid, regresé a la Gran Vía: a “El Corte Inglés” y FNAC.
En “El Corte” compré cinco discos compactos de música celta, y logré que me facturaran lo que había comprado ayer en Barcelona. Al parecer me devolverán dinero. Cené ahí mismo, y retorné al hotel para preparar mi maleta.
Vi el fútbol. Real Madrid contra Tottenham Hotspur, partido de la Champions League, la Liga de Campeones de Europa.
Como en Italia —y México—, aquí en España, el “balompié” es una pasión. Si bien el deporte influye, también lo hace la economía. Hay programas deportivos por doquier, y muchos de los conductores son vehementes en sus opiniones. Me sorprendió encontrarme con Hugo Sánchez, comentando los partidos del Madrid.
El ambiente aquí es de expectación, ya que los dos gigantes del fútbol español, el Real Madrid y el Barcelona jugarán varios partidos decisivos en los próximos días. La rivalidad va más allá del juego.
Me quedan veinte euros, los cuales espero cambiar en México, si no encuentro nada que me agrade en el aeropuerto de Barajas.
Ahora, a volver a la realidad, hacer cuentas y comenzar a pagar.  



FINAL DEL DIARIO EUROPEO.

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