Durante mis viajes por el mundo suelo llevar diarios con el propósito no sólo de escribir lo que experimento y conozco, sino también para controlar el dinero del que dispongo. Estos pequeños textos son “apuntes” que, aunados a las imágenes recogidas, me permiten, al consultarlos, desencadenar mis recuerdos y, a partir de esto, crear crónicas más vívidas con las anécdotas a flor de piel. En el trayecto me he topado con otros viajeros, quienes me enriquecieron con sus relatos y fotografías.

sábado, 14 de enero de 2012

Jerusalén, Israel. Viernes, 14 de noviembre de 2008.




Viernes, 14 de noviembre de 2008.


Jerusalén, Israel. Jerusalem Gate Hotel.




Dispongo de 282 euros, 29 dólares y 36 nuevos shekels (NIS).

Hoy recorrí los lugares más santos para los cristianos —ora católicos, ora ortodoxos, ora armenios, ora etíopes...

Recorrí el Viacrucis o estaciones de la cruz. Estuve en el Santo Sepulcro, el Muro de las Lamentaciones, el Museo del Holocausto...

Conocí Palestina, la ciudad de Belén, donde según la tradición, nació el hombre que cambió el curso de la Humanidad.

Estuve formado durante horas en el interior de la Basílica de la Natividad, con el propósito de tocar —y así lo hice— la estrella de plata donde se cree que fue el lugar donde María parió a Jesucristo.



Conocí a una joven colombiana llamada Claudia —¡vaya que la vida es curiosa!—, quien me orientó sobre Egipto.



Realmente fue un día abrumador. No tuve descanso. Me llevo diversas impresiones de Palestina sobre las cuales espero reflexionar.

Mi tarjeta de la cámara fotográfica está casi llena, y me queda una cinta de vídeo para el día de mañana. Esto implicará gastos con los que no contaba.

Me telefoneó Angélica, mi hermana.



Cuando se habla del Shabbat, descanso, de los judíos no se sabe de qué se habla hasta que se experimenta en Israel.

La ciudad está muerta. Algunos automóviles circulan por las calles esporádicamente, y se distinguen algunos judíos ortodoxos caminando rápidamente por las aceras. El comercio está ausente: no se puede comprar ni un dulce ni un refresco en una tienda. El único medio de transporte disponible son los pies.

Mañana visitaré el Monte de los Olivos, Getsemaní, el Monte Scopus...




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