Durante mis viajes por el mundo suelo llevar diarios con el propósito no sólo de escribir lo que experimento y conozco, sino también para controlar el dinero del que dispongo. Estos pequeños textos son “apuntes” que, aunados a las imágenes recogidas, me permiten, al consultarlos, desencadenar mis recuerdos y, a partir de esto, crear crónicas más vívidas con las anécdotas a flor de piel. En el trayecto me he topado con otros viajeros, quienes me enriquecieron con sus relatos y fotografías.

viernes, 23 de diciembre de 2011

İstanbul, Türkiye. Estambul, Turquía. Lunes, 10 de noviembre de 2008.


Lunes, 10 de noviembre de 2008.

İstanbul, Türkiye. Estambul, Turquía.



Si el día de ayer viví un momento mágico en mi vida, estando en dos continentes, hoy también fue especial sobremanera.



Desayuné. Salí muy temprano para fotografiar Santa Sofía y la Mezquita Azul, y capté ángulos diferentes, simplemente porque no había turistas, retratándose por doquier.

Necesitaba cambiar dinero, pero aún no abrían la Casa de cambio. Aquí se trabaja a partir de las nueve de la mañana.

Regresé al hotel sólo para que me llevaran nuevamente a la zona donde había estado más temprano: el Hipódromo romano, los obeliscos de Teodosio y Constantino...

Finalmente conocí la Mezquita Azul o Mezquita del Sultán Ahmed, Sultan Ahmet Camii. Un sitio sobrecogedor: el interior me dejó boquiabierto.

Antes de entrar al Palacio de Topkapi, visité las cisternas de Yerebatan, las cuales no me gustaron, a pesar de que se les elogia bastante.

Los jardines, las habitaciones, los tesoros, las colecciones... del “Palacio de las Puertas de los Cañones”, sugieren la grandeza del Imperio Otomano.

Asimismo, fue el primer lugar donde se me prohibió fotografiar y grabar, salvo en algunas salas y el exterior. Sin embargo, lo que mis ojos vieron jamás podrán prohibirme que lo reviva.

Comí en el precioso restaurante del Palacio, adonde llegué tarde.

Me he hecho notable en el grupo —conformado por argentinos, chilenos, uruguayos y mexicanos— por quedarme siempre rezagado, registrando cuanto percibo tanto en fotografía como en vídeo.

“Sr. Navarrete” era el apelativo conque tanto la guía del grupo como mis compañeros, se referían a mí.

Por cierto, gracias a mis conocimientos sobre la cultura turca, sorprendí gratamente a “Rocío” —como se hacía llamar, Şebnem, la guía, para facilitárselo a los hispanoparlantes.

Incluso le pregunté si su nombre era como el de la bella y famosa cantante, Şebnem Ferah, quien interpreta una de mis canciones turcas favoritas: Sigara, Cigarrillo, y asintió sonriendo.

Los argentinos eran bastante simpáticos, contrariando así la opinión que se tiene en mi país sobre ellos. Uno era bonaerense, y los demás de Neuquén. También había un par de padres católicos chilenos amables y simpatiquísimos.

Atatürk, el “Padre de los turcos”, está en todos los canales de televisión. Se conmemora otro aniversario más de su muerte —falleció en 1938. Ayer fue el balompié, y hoy, el fundador de la República turca.



Mientras escribo veo un canal egipcio. Me llama la atención el vestuario de la conductora: cubierta de la cabeza y el pecho, viste un traje que le cubre las piernas completamente.

Curiosidades. He visto y grabado canales turcos, rusos, europeos...

Me enteré de que murió la cantante sudafricana, Miriam Makeba.



Por la tarde, visité el Gran Bazar, Kapalıçarşı, y ciertamente honra su fama como uno de los mercados más grande del mundo.

Los vendedores son difíciles. Compré un par de gorras, tres playeras, algunos llaveros...



El distrito donde me encuentro, es muy curioso. Todo queda cerca.

Me he ubicado, gracias a las visitas guiadas. Cuando el autobús me transportó hacia el bazar, recorrió calles por las que bien había caminado, o que me gustaron para conocerlas.

Por ejemplo, por la tarde, cuando el hambre me devoraba, caminé a lo largo de Sultanahmet, y di vuelta en Çemberlitas. Regresé a “Elti Biife”, lugar donde días atrás había comido. Retomé mi caminata, sólo para percatarme de que esa calle desembocaba en el Gran Bazar.  

Caminé en sentido contrario, y fui a salir al Hipódromo romano. Así, pues, cuando regresaba al hotel, crucé un parque, el cual para mi sorpresa me llevó al palacio de Topkapi. ¡Todo está conectado!

Acabo de conversar por teléfono con mi hermana.



Tengo la intención de conocer la Torre de Gálata y la zona de Taksim. Sin  embargo, mi prioridad es Santa Sofía. Ojalá me de tiempo, pues a las siete y media de la noche tengo que estar en el hotel para disfrutar del espectáculo de la danza del vientre, conocido en el mundo como Belly dance.

No conoceré la Mezquita de Solimán o Suleiman, Süleymaniye Camii, debido a que también es remozada para el año 2010, en que la ciudad será la Capital europea de la cultura. También he decidido no visitar Dolmabahçe.



Compré tres encendedores de los equipos más populares del fútbol turco: Galatasaray SK, Fenerbahçe SK y Beşiktaş JK. También adquirí por diez dólares, un fez, tocado o sombrero tradicional, después de regatear incesantemente con el comerciante. Una de las dos gorras la pagué con euros.

Así, a mis recibos de cambio, habrá que añadir estos gastos.

Tuve la oportunidad de conversar con algunos compañeros sobre Israel y Egipto, los dos países que aún me restan en este viaje. Poco a poco me preparo para afrontar lo que me espera.

Mañana es mi último día en Turquía, hablando en términos prácticos, pues el miércoles parto a Tel- Aviv, y de ahí a Jerusalén.

Cambio y fuera.



P. S. Le di cinco euros al de los llaveros.




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